Noble orilla del Jarama,
¡quien te viera,
cuando el sol su luz derrama,
por tu mansión placentera!
¡Cuándo tu corriente riega,
velada en pompa sencilla,
la ancha vega
de Castilla!
Blando raudal del Jarama,
¿quién te oyera
bajo la copuda rama
que te da sombra ligera?
Repasando en la memoria
cual pasmosa maravilla,
la alta gloria
de Castilla!
Nombre ilustre del Jarama,
¿quién pudiera
dar más bríos a la fama,
cuando tus timbres pondera?
Junto a ti, bravos y ardientes,
esgrimieron su cuchilla
los valientes
de Castilla.
El petimetre
Entrando en la tertulia
anoche un petimetre,
el ámbar y el almizcle
llenaron el ambiente.
Diez pañuelos de Holanda
fueron sin detenerse
a tapar diez narices,
sensibles al pebete.
Corina, la nerviosa,
dijo con voz doliente:
el espasmo me ataca,
Don Celedonio, el éter.
Y a todos respondía,
riendo el mequetrefe
pues yo nada percibo
de lo que ustedes sienten.
Lo mismo con las faltas
de los hombres sucede,
que todos las conocen,
menos el que las tiene.