Tampoco Mantegna se equivocó
Acerca del hondo sufrimiento de la materia, y
Ató parte de su espíritu con un hilo de plata
A una sonda y bajó hasta la cerrada noche
Que sobreviene al martirio;
Y dejó que el resto soplase
Sobre otros cuerpos que, ignorantes de todo,
Se amaban.