No eres tú muerte,
Orquídea de pétalos destronados,
La que el condenado a praderas
Lleva entre los ojos ausentes:
Es un triste vuelo de ala truncada,
Un beso de piedra vacío de viajeros
O el frío azul que se olvidó en el vientre.
Puse la frente en tu espuma profana
Y atravesó el granizo mi máscara férrea;
Sin campanas,
sin insectos,
sin alma,
Sola fui lo que no pudo renacer:
Una nueva patria del silencio.