Vine, y vi, y sujetóme la ‘ermosura
De un serafín que, en apariençia humana,
A los mortales ojos tal se allana
Que aunque flacos, sostengan su luz pura.
Assí mirarse deja con segura
Vista el temprano sol de la mañana,
Y entre nubes de nieve tinta en grana
Permite a nuestra vista su figura.
Vençióme, y tan dichoso fui vençido
Quanto sin tiempo de gozarme en sello,
Porque me priva ausençia de gozallo;
Que de muy sin ventura siempre a sido
Llegar al bien, y vello ya, y tocallo,
Y para más dolor, luego perdello.