¡Panadero con pan! ¡Panadero sin pan!,
alborozados niños exclaman. ¡Y que vuelva!,
al tiempo que hacia el aire con infantil afán
resoplan el vilano para que se disuelva.
Otros, junto a la arcada entre patio y zaguán,
constreñida en follaje una fragante selva,
quebrando unos cabillos para deleite están:
han de beber en néctar la dulce madreselva.
Mientras, niñas mayores, los jazmines del cielo
desmenuzan, prolijas, desuniendo las flores
para obtener el vástago de glutinoso pelo;
luego, entornan los ojos, por un instante, quietas,
los pegan a sus párpados – pestañas de colores-,
y, pequeñas mujeres, se pasean coquetas.
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