Él dijo: sé práctica, nivela la euforia
Y la flaqueza, mesura el vértigo
De las cumbres y las simas.
Él, que nunca entendió por qué Sísifo
No se zafó de la piedra.
Que gustaba de largos horizontes
Y del clima calmo del invierno.
Imágenes del sosiego y la eternidad.
Lo dijo. Y un instante después
Habría de venirse abajo, sobre un suelo
Movedizo, bajo una luz más ciega.
Contuso, vacilante, exhausto,
Con una mano aferra las raíces.
Con la otra enciende su mechero.
Y cuanto más le vence el vértigo,
Más sujeta la esperanza. ¿Será vana?
Nunca se sabe.