DESDE el viento hasta aquí hay tantas leguas
Como a la capital del infinito.
Mi casa está muy lejos de los rumbos
Y ya nadie la habita más que el tiempo.
Vengo desesperado;
Esta es la soledad, mirad sus ojos
Llenos de agua,
Mirad sus manos de abandono.
No renunciéis jamás a vuestra sangre
Porque moriréis rabiados como un perro.
Nunca veáis la envenenada piel de la conciencia.
Creed en ellos,
En los que os dieron leche
Y quedaron escuálidos,
En los que os dieron voz
Y se quedaron mudos,
En los que os dieron pan
Y no comieron,
En los que al veros felices se fueron alejando.
Creed en ellos
Y no escupáis nunca encima de sus nombres.
Vengo del Norte,
De la isla de los desaparecidos,
De la locomotora del olvido,
De los abedules de la melancolía,
De los antepasados del saúco.
No tengo nada más que una experiencia en flor
Que nevará enseguida
Y una voz en plural como los ecos.
Ayudadme a sujetar las uñas de mi vida
Y a descargar las dudas que me arañan.