Ya cantan los gallos,
amor mío, y vete:
cata que amanece.
Vete, alma mía,
más tiempo no esperes,
no descubra el día
los nuestros placeres.
cata que los gallos,
según me parece,
dicen que amanece.
(Otero, Torregrosa: Antología de la lírica amorosa. Barcelona,
Vincens Vives, 1990)