Viví una vez. Fue ferviente mi anhelo,
Fueron negros sus ojos como allá en el ayer
Y su boca de gran, de pureza de cielo,
Tuvo la luz divina de amante amanecer.
Un recuerdo infinito de su amor siempre noble
De su querer ardiente, de su tierno querer,
Parpadeó en mi sonrisa como una ilusión tibia,
Como un pétalo puro, como una flor rojiza,
Evocando recuerdos a mi cariño fiel.
Anoche vi la luna ilusionada
Que nuestro amor honrado vio tras la nube gris…
Derredor las tinieblas circulaban…
Las tristes almas y el dolor feliz.
Y pasó todo ello en un acaso
Por la sana pureza del pensar.
Y las flores de viejas ilusiones
Se abrían sin cesar…!
Por eso en este día…, detrás de los recuerdos…,
Después de aquellas horas que se han ido y no vuelven,
La fragancia del alma es ardiente consuelo
Que corona la espina de mi amor natural.
Y pasarán los años… En las tinieblas ondas
Las amarguras puras de las dolorosas vidas
Se arrastrarás estoicas por la tierra fatal…
Mas, el ave del cielo que fue una vez herida
No borrará su seña hasta la eternidad….!!
Y pasarán los siglos… El placer infinito
Con su espada marmórea el tiempo devorará…,
Mas, en el mundo innoble dos amantes furtivos,
Dos amantes ardientes, dos amantes sin par…
Como un milagro diáfano de magnánime signo…
¡Mientras más separados más juntos estarán…!