¿Dónde poner la cabeza?
Me dijeron:
– los pies sobre la tierra.
las alas en el viento
y las manos arriba!
¿Y la cabeza?
Se ha tejido teorías, se ha fabricado hipótesis:
– la cabeza debajo del sombrero
encima de los hombros;
al final del cogote;
detrás del mecapal;
bajo el cuchillo de la guillotina;
al encuentro de un tiro de pistola;
en medio de laureles;
bajo la lupa de un sicoanalista.
¡pero nunca en tus manos,
nunca en tu regazo,
nunca en la almohada, al lado de la tuya!
Y de no ser así
¿cómo justificarla?
ya no es bastante sólo decir:
gracias a ella existen las industria
de peines, de analgésicos, de anteojos,
libros y barberías,
los dentistas, los oculistas y los narizólogos
¡tanta gente viviendo de este redondo y complicado fruto!
Pero al final de cuentas
yo sólo estoy aquí preguntando una cosa:
si no es entre tus manos, si no es en tu regazo,
si no es sobre tu almohada, al lado de la tuya
¿dónde poner, entonces, la cabeza?