Desde las riberas a tus entrañas de río
Cupo la muerte en cada gota teñida.
– Los homicidas se saludaron desde sus fronteras,
Mientras caían desgajados los hermanos silvestres
Que escapaban del acecho, del odio encarnizado,
De la afrenta ordenada desde la silla de turno –
Aquí nada supimos, a no ser porque en tu arrullo
Guardaste el aliento vital de los sobrevivientes.