Soñamos tanto para morir

Hoy, el aliento de la muerte no ha tocado las ventanas.

Pero su brisa se deja sentir en los huesos.

Todos los días declinan en ceniza.

La luna resbala sobre los rieles de las sombras.

Desde siempre temí a este cofre extraño

De delincuentes, agonías y periódicos.

En vano soñamos con rascacielos para morir:

Horizonte de gaviotas, música de Hendrix,

O una suite de tres estrellas en Nueva York.

¿Pero quién, realmente, le gana la partida a la muerte?

Aves sin voz moviendo cortinas. Bruma entre redes.

Nadie sobrevive aunque arrastre la hojarasca de la metafísica.

Nadie porque somos siervos de su carruaje.

Nadie aunque se propague el ilusionismo de la vida eterna.

Hoy, por suerte, he podido gritarle a los confines

Y sacudir las ventanas y tirar mis dos mil años

De abismo al roto péndulo del océano.


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Poema Soñamos tanto para morir - André Cruchaga