Ruidos

Para Nicolás
Un estampido atroz de búfalos y trenes.
La garganta del diablo: Foz de Iguaçú, Brasil.
Es el motor de un bote, el mar de la península.
El rugir de un avión partiendo hacia París.
Pero a veces un grito destemplado en la noche:
El portentoso Niágara que un niño de diez años
mira, dibuja, inventa, imagina, desea
y se arroja atrevido desde un imaginario
barril que sobrevive y sonríe entre la espuma
del sueño impenetrable.


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Poema Ruidos - Eduardo Langagne