En el espejo mágico aparee
toda mi vida, y como cirio místico
aquel amor lejano aun estremece
con su luz el pleroma cabalístico.
Reza, alma triste, en sus devotas huellas,
los ecos de los muertos son sagrados,
como dicen que alumbran las estrellas,
alumbran los amores apagados.
Esta cera que enciende su lucero,
más luminoso cuanto más distante,
en el mágico circulo agorero
signa la eternidad de cada instante.
Suspende el grano en el reloj de arena,
y los enigmas de mi noche oscura alumbra
con su cirio de alma en pena,
del sellado cristal, en la clausura.
En el espejo vi la sombra mía negra,
sobre los pasos de la muerte,
y el ánima llorosa que vencía
con su oración el Sino de mi Suerte.
Aquel amor lejano, ahora vestido
de niebla sideral, su ardiente Idea
abre como un arcángel, y el sentido
inmortal de la vida en mi alma atea.
Tiembla en un zodiaco, sollozante
con sollozo de luz. Y su reflejo
circunda con un halo al nigromante
Espejo.