La luz pristima del pensamiento como en un ruego, me invita a rezar en el lago liviano y lento del sentimiento humano.
En un lugar lejano, remo por entre pastos y polos opuestos, para con una pluma hacer un ramillete de Rimas y Relatos, donde tenga lugar todo lo trivial
Tu pelo rojo, esa rama de almendro florecido, el lucro y su afán, las lacras humanas, como esos cuatro jinetes…
Y lego mis logros, si logros son, a quien leer los quiera a cambio de una pista que me indique por que Roma cayo. “8 de octubre de 1996