Propósitos vanos

Padre, pequé, y perdonad
si en mi amorosa contienda,
se lleva el viento, a mi edad,
propósitos de la enmienda.

EL CONFESOR

– ¡Siempre es viento
a esa edad un juramento!
¿Qué pecado es, hija mía?

LA PENITENTA

– El “mismo”del otro día.
Y aunque es el “mismo”, id templando
vuestro gesto,
pues dijo ayer, predicando,
Fray Modesto,
“que es inútil la más pura
contrición,
si abona nuestra ternura
flaquezas del corazón.”

Ayer, padre, por ejemplo,
tocó a misa el sacristán,
y en vez de correr al templo
corrí a la huerta con Juan.

EL CONFESOR

– ¡Triste don,
correr tras su perdición

LA PENITENTA

Sí, señor, más don tan vil,
de mil, lo tenemos mil.
No hay niña que a amor no acuda,
más que a misa;
que el diantre, a todas, sin duda,
nos avisa
“que es inútil la más pura
contrición,
si abona nuestra ternura
flaquezas del corazón.”

La verdad, tan poco ingrata
con Juan estuve en la huerta,
que, como él mirando mata,
huí de él como una muerta.

EL CONFESOR

-¡Dulcemente
fascina así la serpiente!

LA PENITENTA

– ¡No lo extrañéis, siendo el pecho
de masa tan frágil hecho!
Si voy, cuando muera, al cielo
(que lo dudo),
ya contaré que en el suelo
nunca pudo
“sernos útil la más pura
contrición,
si abona nuestra ternura
flaquezas del corazón.”
Y mañana, ¿qué he de hacer,
padre, al sonar la campana,
si él me dice hoy, como ayer,
“¡vuelve a la huerta mañana!”

EL CONFESOR

– ¡Ay de vos!
¡antes Dios y siempre Dios!

LA PENITENTA

– Es cierto, mas entre amantes,
no siempre suele ser antes.
Y, en fin, si de ser cautiva
me arrepiento,
o me absolvéis mientras viva,
o presiento
“que es inútil la más pura
contrición,
si abona nuestra ternura
flaquezas del corazón.”


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Poema Propósitos vanos - Ramón de Campoamor