¡Oh Arcano,
Para subir a ti, dame la mano!
Dame, noche encendida,
Luz; y tú dame, vida,
(pues el viaje es muy largo, el tiempo breve),
Más tiempo aún para escalar la nieve
Perpetua, donde el sol no tiene velos
Ni hay ya la “azul mentira” de los cielos,
Sino el glacial vacío, el astro hirsuto,
Con sus lenguas de hidrógeno inflamado,
Lamiendo la negrura del abismo.
…Y después, el vapor de lo ABSOLUTO,
Donde está el INCREADO,
En silencio, mirándose en sí mismo.
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