La tristeza enorme de los almacenes donde los murciélagos se rascan furiosos la integridad de los días El mármol ardiendo en el horizonte caribeño como una sábana envolviendo la cabeza incinerada de las multitudes Veo una flor de pronto entre las tablas de un río En cada uno de sus pétalos hay un fantasma que aguarda por nosotras Hacia adentro – lo sé muy bien: es como he vivido – alguien sigue escribiendo su epitafio bajo una luna derrumbándose en las pupilas rebosantes de números y vino Alguien bebe el ácido del hombre a cuatro manos y agradece a los crepúsculos por el lomo del toro Hacia fuera – lo sé muy bien: es como he vivido – los sobacos siguen creciendo en dirección a la casa donde empezamos a creer en el destino Donde aprendimos a gritar cuando no pudimos limpiando las albahacas de nuestras venas Desventuradas entonces Encaramadas sobre los frutos careados Juramos que encontraríamos uno de estos días el motivo profundo de ser hembras Que abriríamos las piernas únicamente para que el barro endureciera nuestra carne