Cada día concibe este poema. Borra versos enteros.
Vuelve a recuperar palabras extraviadas.
Sueña que duerme largas horas para lograr exactitud.
Trata de revelar en las imágenes emociones intensas.
Así, decir amor debe alegrarle tanto como renegar de él,
y acariciar el cielo con sus manos es su inmortalidad.
No pretende escribir el poema en un primer intento
lo estruja, lo destruye como vía difícil para rehacerlo
y sin embargo su resultado es similar a la primera estrella.
Queda claro, al poema no lo hacen las palabras
ni el ritmo interno es sólo música. Hace falta fantasmas
para descubrir un plano de penumbra existencial
y hacer así el diseño de geometrías imperfectas.
Debe reconocer la clave, descubrir en los árboles
el corazón del bosque o reinventar oleajes marinos
en cada movimiento lunar del horizonte.
Escribir es remover las formas de la poesía Mundial,
concluir que las figuras poéticas se asemejan a sí mismas.
Es derramar gotitas de placer al amor insondable.
Tantas formas ingratas de desvelarse. Sólo el río
de vida es placentero fluido de navegación poética.