Maldigo este pecado en que persisto.
Lo sabes porque guardas la evidencia
Y has visto el mal color de mi conciencia.
He vuelto a defraudarte, Jesucristo.
Por eso aquí, a la luz de tu sagrario,
Confieso mi papel de mal hermano,
De débil enchapado de cristiano,
De cuenta malograda en tu rosario.
Rescátame aunque insista en mis caídas
Y báñame en la paz que no merezco
Después de tu bendita absolución.
Jesús, por el valor de tus heridas,
Injértame a tu cruz. Y si no crezco…
¡no vuelvas a tenerme compasión!