Parménides y eros

A Delia Quiñónez

Desdoblado en pasión creadora,
“Parto terrible, inicio de mezcla”,
del Uno infinito y eterno
emergió “Eros, primer dios”.

Demoníaco y celeste, movedor
de cielo y tierra, clavó el ansia
feroz por la efímera cópula
hambrienta de eternidades:

Liviano y fúlgido de azules, el día,
se hizo roja llama, para hundirse
en el frío espesor de la noche y
su palpitante negro constelado.

El agua, acrisolada en nube, vuelta
lluvia, penetró la tierra, y la oscura raíz
se hizo rama y flor – móvil y deleitosa-
entregada al viento que la insemina.

Mientras los encelados animales
de ardientes sexos, se aparearon
a las propiciatorias hembras
en multiplicación fértil.

¿Cómo dejar, así, de buscarnos, si hasta
“De los astros la mente ardorosa
moviéralos a engendrarse?”


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Poema Parménides y eros - Luz Méndez de la Vega