Pancha, deme un motivo para seguir viviendo;
Asómese a la puerta que da hacia el olivar.
No sé por qué no aprendo
Caminos que me lleven hacia el mar.
Repítame aquel cuento del bienaventurado
Que cosechó increíbles manzanas de oro puro.
La espero del pasado
Sentado, como siempre, en este muro.
Téjame un chalequito para toda la vida
Que me vestiré el alma con él, al despertar.
Ocupe como antaño su silla preferida.
No se quede dormida,
Ni así, muerta,
Que la tengo que volver a besar.