Otro tiempo profundo i dilatado
te vi correr, ô sacro Esperio río,
i ya te ciñe el abrasado estío
i tu luziente mármol seca airado.
Triste pensava yo nunca sobrado
sentir tal vez el ardimiento mío,
o elasse al Tánais el ivierno frío,
o regalasse el sol su curso elado.
Pero si tú, gran lustre d’Ocidente,
Betis, siendo deidad, del inhumano
tiempo la vez i sientes la crüeza,
no desespero de mi ardor insano
buelta ver en ceniza la grandeza
mientra Febo rayare en Orïente.