Del seno apocalíptico del rojo mundo en llamas,
Del incendio vesánico, del drama de los dramas
Ha salido la angustia de un clamor,
De una inmensa congoja hecha grito infinito,
Voz de la entraña rota por el marcial delito,
Loco grito de amor y de dolor.
Un instante han callado los rotundos obuses,
Y el silencio se ha helado sobre el millón de cruces
De las tumbas sin flor y sin laurel…
El alud de los tanques, ya junto a la trinchera,
Ha parado el ciclópeo furor de su carrera.
La muerte ha refrenado su corcel.
De la tierra arrasada, de la tierra sufrida,
De la tierra amasada con la sangre homicida
-como un canto a la Vida y a la Luz –
Ha brotado la lagrima que se cuajo en plegaria,
El sollozo que ha roto su cárcel funeraria…
Ha sido cual si hablase el buen Jesús.
-¡Piedad para el retoño de la fronda dichosa,
La sangre del clavel, la carne de la rosa
Y el oro de custodia del trigal!
Porque son esperanza de serena alegría
Porque son poesía y pan de cada dia,
Bien de salud y flor de madrigal.
¡Para el bosque propicio que guarda en su espesura
Melodías lunares y férvida ternura
Del trovero señor, el Ruiseñor;
Y en el amparo abierto de sus brazos torcidos,
El eco de los cantos, al calor de los nidos,
Y el rescoldo de hogar del leñador!
¡Piedad para los ríos! Porque su viva plata,
En los remansos claros e idílicos, retrata
La ventura del huerto familiar:
El tablón de legumbres, el jardín, los armiños
De cal de la casita donde juegan los niños
El sillón del abuelo y el altar…
¡Piedad para los templos del músculo y del nervio,
Para las arcas santas del impulso soberbio,
Del trabajo que es dicha y es sostén:
Para la ágil usina de afanes de colmena
Para la ruda fabrica de vida y ruido llena,
Para la religión feliz del Bien!
¡Para la áurea limosna de luz que se reparte
Del tesoro del libro. Para el milagro de arte
Que es rima, lienzo, mármol, Partenón…
Para el polvo de siglos aventado en el viento
De la roja tormenta. Para el Rey Pensamiento,
Destronado y sin cetro de ilusión!
¡Piedad para la madre que en las noches sin sueño,
Junto el pecho a la fiebre del hijo mas pequeño,
Va leyendo cien veces, y otra vez,
Esa carta ya vieja con ultimas noticias
Del ausente llorado, reliquia de caricias
Muertas sin ilusión y sin después!
¡Piedad para la Vida! Que la tierra sufrida,
Que la tierra amasada con la sangre homicida
Reflorezca por fin a un sol de paz!
Que la luz de la lagrima que se cuajo de pena
-!iris de Dios!- anuncie la dulce vida buena
Para siempre jamás.
Así del seno trágico el rojo mundo en llamas,
Del incendio vesánico, del drama de los dramas
Ha salido la angustia de un clamor,
De una inmensa congoja hecha grito infinito,
Voz de la entraña rota por el marcial delito,
Loco grito de amor y de dolor.