El pez vela desaguó sus contornos
obligado por la cerilla de la vida.
Lo veo sin sus perfiles azules,
sin naturaleza que mostrar para la venta
de candelabros checos o indonesios.
Los desmembrados de la paz
se llevaron todo
menos el pez cerúleo,
triste en manos del fuego
y el desamparo de las pertenencias
más necesitadas para iluminar la risa.
Un nardo lloroso quedó atrapado en la parafina.