A veces, de tu vientre caen jaurías
De renunciados aerolitos
Por venas de derrota
Y desocupación
Es el otoño, tu éxodo de sangre
Es cuando la seda vuelve a la tierra
Y el gusano se hace mariposa
Es la hora en que tu vientre terrestre
Mastica la hojarasca humedecida,
Con rumbo de nube
Con instinto eterno de clorofila.
Amo tu menstruación, la lava
De tu vientre volcánico
Los encendidos despojos de enterradas
Atmósferas, tu galáctica savia
Desmoronada, nieve herida
Desatada cúpula.
Amo esa camisa de fuego
Que tus íntimas ramas se desvisten
Amo tu ejército de hijos
Cayendo postergados
Con algo de vencida hiedra
Con campanada de ceniza
Con escombros de paloma.
Amo ese innumerable cadáver
Que te desorbita y duele
Ese turbio deshielo de pan cenagoso
Ese río de alas rotas
Ese derrocado follaje de veranos sumergidos
Esa dimitida cabellera mineral
Ese dolor de destitución
Que te tirita y te proclama
Huerto de todas las rosas
Mujer ante cualquier invasión
Morada de la primavera.