Los ataleadores bolvieron a más andar a don Mudarra:
“Señor, aguijad, el traidor non se nos vaya,
Ca no l’ podremos alcançar si se nos mete en la xara.”
Allí dixo a los suyos el infante don Mudarra:
“Señores, andad, que aquí faremos tal cavalgada
Que si yo bivo e no muero el albricia vos será dada.
¡Armas, armas, cavalleros, el traidor no se nos vaya!”