Preferiría
Que mi hombre tuviera por nombre
Fernando, Felipe o Federico
Con la F de felicidad no forzada
Con esa letra de fidelidad
Y no de futuro precisamente
No me importaría el color de sus ojos
Ya fuesen verdes, negros o azules
Que brillaran para mí
Que su mirada me penetrara toda
Que fuera más alto y más grande que yo
Que no fuera gordo ni estúpido
Que odie el foot-ball
Y la política vernácula
No me importaría
Que fuera bien donado o mal donado
Que fuera encantador y generoso
Me agradaría que mi hombre
Se bañara una vez al día
Y tres veces diarias
Si viviera en Choluteca
Estaría orgullosa de que mi hombre tuviera
Las manos grandes y limpias
Que su pasión
Fueran la música, el cine
El guaro y los libros.
No permitiría
Que le mirase las nalgas
A otra mujer
Y mucho menos a otro hombre
Me gustaría
Que se levante temprano a cocinar
Y que enseguida lave los platos
Que no ronque
Ni que aviente aires
Cuando duerme conmigo
Que sepa leer y escribir
Que no piense en su madre
Cada vez que le doy de mamar
Que me mire directamente a los ojos
Que no me mienta
¡que no me grite!
Que no sea chismoso
Como sus amigos
Que me eleve a más de cinco orgasmos
Que trabaje
Que platique conmigo
Que me ponga atención
Cuando estoy hastiada a todo
Que no me compare con nadie
Que recuerde que soy única
Que no le importe mi ciclo menstrual
Y que tenga siempre en mente
Que sigo siendo mujer
Aún con mi menopausia
Que no entre en contrariedades
Cuando le descubro un condón
En su mesa de trabajo
Que asista a la catedral
De vez en cuando
No para orar
Sino para pedirle perdón al Altísimo
Por todo lo injusto
Y grosero que ha sido conmigo.
Que analice, que razone
Que piense que todavía existo
No me gustaría que mi hombre
Fuera periodista, diputado ni cobarde
Que me diga de vez en cuando
Viéndolo bien, no sos tan fea
Tenés unas manos bellas
Y sentirlo tierno y amoroso
Cuando reposa sus manos en mi pecho
Que me deje soñar y sentir
Que me deje ser libre
Para amar a un Carlos
A un Roberto a un gato
Que me respete
Como yo lo respetaría
Que comprenda
Que la culminación del amor
Es todo eso
Quiero que mi hombre
No critique mis ansias de fumar y beber
Que no me recuerde al día siguiente
Después de una borrachera
Las cagadales que hice
Que me devuelva los veinte lempiras
Que le presté ayer
¡que no me joda!
Que cante en el baño
Sin gastar tanta agua
Que duerma desnudo
Si no está en San Marcos de Colón
Que ame a todas las mujeres
Que no sea soberbio
Petulante o mentecato
Que no meta las nalgas
Cada vez que está bravo
Que no le miente la madre
A mi madre muerta
Que no vea el reloj
Cada vez que quiero
Decirle algo importante
Que se dé cuanta que me gusta más
Verlo vestido de jeans y tenis
A lo gringo
Que con ese saco y esa corbata
Que sea el primero en aplaudir
Cuando interpreto el poema
Que a él más le gusta
Y que aplauda más fuerte
Cuando sea testigo
De una acción mía
Digna y valiente.
Me gustaría que mi hombre
Tuviera un lunar en el pecho
Y no en la espalda
Que diga
Son las tres y quince exactos
Y no en la espalda
Que diga
Son las tres y quince exactos
Y no 316
Que se transforme
En un gladiador
De músculos y coraje
Para defenderme
De los cobardes
Que se atrevan a golpearme
Que no me diga
Que le gusta más el color del cielo
Sabiendo que su jardín
Está sembrado de rosas rojas
Que le guste mi poesía pura
Sin metáforas incoherentes
Sin frases rebuscadas
Ni sintaxis estúpidas
Que lo que más le agrade
Sea lo que yo siento
Y que no se le ocurra nunca
Humillarme y despreciarme
Yo quiero un hombre así
Que sea bueno, honesto
Tierno, inteligente, viril,
Amoroso…
Y que trabaje
De todo esto y aquello
Quiero que mi hombre
Tenga en cuenta
Que cuando estamos juntos
Él es el hombre
Y yo la mujer.