“Dichoso aqué para el que la alborada
anuncia sólo el día enamorado.
Dichoso el que del ave en la pradera
espera todo menos la elegía”
Emily Dickinson
Pedí al sueño que no se apiadara de mí con la vigilia
dormir
dormir profunda y serenamente
y poderme despertar al otro lado
arrullado por mi madre o las tinieblas.
Estas paredes pintadas con las pesadillas de mis sueños,
pocos las pueden ver
pero tú Mara
las vislumbras en tus noches de insomnio.
Duerme,
pues cuando duermes sueñas con mi espíritu,
dices que me ves volar.
De madrugada surcaré el cielo con los patos salvajes
emigraré al lugar donde todo será más fácil
y la luz no hace distinciones.
Prisioneros y marinos,
niños y soldados,
perros y serpientes,
todos volando juntos,
todos arrullados y abrazados
por el ciclo cierto de la muerte.
La veo,
puedo casi tocarla
se esconde hasta el último momento,
no me muestra su rostro.
Me conoce,
sabe que por naturaleza
soy una persona inclinada a la sorpresa,
y se burla.
Paradojas de la vida,
un hombre de incertidumbres
que sólo sabe cierto la hora de su muerte.
Y por eso llega tan terrible y juguetona,
ahora,
precisamente en el instante que no quiero jugar.
Llega con acertijos inútiles
que tú Mara nunca sabrás si he adivinado,
sólo a ti te preocupan mis enigmas.
Quiero emigrar llevándome una imagen en el pico,
ocultando algo de alimento entre las alas.
Si me hablara mi madre
podría guiarme en la montañas
y decirme:
“hijo no vayas hacia oriente sigue el curso del río”
o
“hijo detente en la laguna, reposa tranquilo allí”.
Pero no hay madre ni luz en esta hora
y sé Mara que la travesía es larga.
Duerme.
Sueña con mi espíritu,
creo que voy a seguir el camino del sur
pues hacia allí vuelan los patos salvajes en invierno,
y mis huesos ya empiezan a sentir el frío.
Pero no lo sé cierto,
me conoces
y sabes que siempre amé la incertidumbre,
también a ti,
y estuvo bien
porque cuando duermes sueñas con mi espíritu volando
y volar es también mi sueño en esta hora.
De madrugada surcaré el cielo con los patos salvajes
desplegaré las alas un instante después del estallido,
cantaré hacia dentro
usando un reclamo que sólo tú podrás oír,
y cuando piensen que he muerto
estaré vislumbrando las arenas del Sahara,
arrullado, abrazado, perdido…
Definitivamente voy por el camino del sur.
Se me acelera el pulso, las uñas me crecen como garras,
veo cosas que nunca hubiese querido imaginar
pero contemplo también tu rostro,
todo desde dentro,
infierno y paraíso detrás de mis pupilas.
Arqueo el corazón
y la tensión del alma se afloja
y el tacto se vuelve certero y suave como un dardo.
Dormir,
dormir profunda y serenamente.
soñar
y despertar con otros ojos,
no importa de qué,
soy hombre que ama la incertidumbre.
Tiemblo por dentro,
siento que el hígado se ensancha
nunca sentí así.
Agito la saliva y la obligo a descender por la garganta,
la presiono para que siga el curso de los días,
la trago porque quiero que su humedad me ayude en este viaje,
la travesía es larga
me tengo que unir a la bandada,
me reclaman,
trago también por ti Mara
que cuando duermes sueñas con mi espíritu volando.