Duerme la piel en el espacio ausente
Que dejara la huella detenida,
Duerme la llama que dejó la vida
En la pupila muda y transparente.
Aguarda la crisálida, impaciente
Por salir del capullo, convertida
En mariposa que a la luz convida
Para arden en su llama nuevamente.
Se han salpicado el hoy y el mañana
Con aguas de la rosa y de la espina
Que han de nutrir el árbol de la espera.
Amanece la vida en la ventana,
El alma en un capullo se adivina
Y presagia la nueva primavera.