La Guardia.
En el tráfico de gente que sube y baja,
Nos saludan adoradores
Que cantan en túnicas de azafrán,
Y hombres y mujeres jóvenes y comedidos
Que venden flores en el nombre de la luna.
En la ruta atascada de tráfico
Que lleva a Big-Apple
Jóvenes matones en chaquetas de cuero
Caminan a lo largo de las líneas divisoras
Embaucando con teléfonos robados de autos.
La Autoridad del Puerto.
Llegan autobuses de todo el mundo;
Sus vahos curten la piel de la ciudad.
Nosotros caminamos entre ellos
Ante ojos desviados de hombres tristes
Que beben desde unas bolsas de papel.
Una maldición y una botella
Nos pasan volando por la cabeza.
Son los instrumentos y música de la ciudad.
Hay relucientes guirnaldas de alambre de púa
Que coronan las rejas y los tejados
De los edificios importantes.
Allí no hay una necesidad,
Hay una razón.
En las calles estadounidenses
Han afinado el sueño americano
Hasta hacerlo un fraude.
Lo que fue alguna vez un hombre joven
Se nos acerca llorando por una cama donde morir.
Todos queremos que se termine luego.
En los hogares, bajo la piel se ha metido la tristeza
A pesar de los herméticos cerrojos.
No hay cortinas sólo barras de temor y soledad.
Detrás cada una de ellas,
La esperanza se inyecta en las venas.
Nos sentamos frente a la pantalla
Miramos a un hombre que grita
¡Esta pistola es mi vida!
Nunca podemos dar lo justo.
Estamos más allá de todos los incidentes.
Por la mañana ni siquiera una tristeza
Ni una despedida.