Mayo

En una árida estepa de suelo abrasador,
Con su negro ramaje, centinela de espanto,
Se alza el Ánchar maldito. En su copa no hay canto
De pájaros, ni nadie pasa alrededor.
De mañana rezuma veneno su corteza
Y, en el calor del día, se derrama en la arena.
Luego la noche helada, si lo visita apenas,
Escarcha entre las ramas un ámbar de tristeza.
Un hombre mandó a otro a ese árbol doliente
A recoger su savia. De allí vuelve el jinete
Con ramas a la grupa, afiebrado, confuso.
Y el rey esa ponzoña en cada flecha puso.
Amigos y enemigos se pudren en la tierra.
Sólo los muertos ven el final de la guerra.


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Poema Mayo - José Julio Cabanillas