(Para un suave poeta:
a Nicolás Blanco)
I
Una risotada
en todas las cosas…
sobre la enramada
de las pomarrosas;
en el océano
que tiembla de gozo,
bajo el beso sano,
tibio y amoroso
de la luna llena,
que se muestra plena
de anhelos febriles,
cuando los celajes
pasan, cual mirajes
de cosas sutiles.
II
Anhelo de agua
cristalina y pura,
bajo de la fragua
que da calentura
del sol irritante
que en el cenit brilla
como centelleante,
pupila amarilla.
Un hálito de horno
agranda el bochorno
que en todo se siembra,
y brilla el desmayo
al canto de un gallo
llamando a su hembra.
III
Las hojas muriendo
pálidas y mustias
van al alma hiriendo
como haces de angustias,
y la brisa queda
en sus blandos giros
un tropel remeda
de amantes suspiros.
Mariposa blonda
silenciosa ronda
el jardín exiguo,
mientras la memoria
recorre la historia
de un recuerdo antiguo.
IV
Desprovistos de hojas
los árboles viejos
dan al viento dejos
de ocultas congojas.
Lentos los salterios
vierten su tristeza
entre la pereza
de los monasterios…
Bajo la nevada
parece que nada
de vida palpita,
y fulge la luna
como el alma de una
nostalgia infinita.