El vino empapa las gargantas
De los borrachos tartajosos
Que desafían la tristeza
Con un frenético alboroto
Desde el tumulto de su mesa.
Ríen sus propias bufonadas,
Beben a pico de botella
Y entre rebuzno y carcajada
Clavan sus ojos lujuriosos
En las muchachas sin pareja.
Chillan, golpean y revientan
Las cuerdas de sus instrumentos,
Se burlan de sus propias penas,
De la desolación ajena
Y hasta del día en que los parieron.
Remachan coplas consabidas
Y mientras pasan la botella
Se ponen rojos a medida
Que se marean sus cabezas
Y sus gargantas se rocían.
Y al fin, estampas del naufragio,
Los desvanece la marea
Y van quedándose dormidos
Frente al vacío de sus vasos
Entristecidos,
Solitarios.