Llueve. Son las dos.
Me acerco a la ventana,
Sin luz, aterida, rebujo de sombras
Y silencios.
Sobre la plaza
Vela la noche mármoles y bronce.
Hace tanto frío…
Tras los cristales
Se empaña el único gozo
Que podría traerme la madrugada:
Las cinco en el reloj.
Avivo la lumbre
Mientras cuelgas en la percha
Tu abrigo
Y tus secretos.
Apenas nos miramos;
Nos aturdimos
Con palabras corteses, evasivas…
Ante los posos amargos
De dos tazas de café.