Cruzado de brazos
Sintió llegar
Madurar y apagarse
Una tras otras
Las estaciones.
Y una tarde sin sol
Vio pasar el carro fúnebre
De su último enemigo.
Cuando intentó
Alzar la copa del brindis triunfal
Su mano se volvió una flor rota
Y su babeza llena de odio
Se inclinó por última vez.