Ahora que en la noche los rechinantes pájaros ceden al grillo
Concertista que pulsa su insomne melodía sobre las sombras, llega la
Lluvia con las puntas verticales de sus cuerdas, rasgueando trémulas
Tonalidades en las verduscas enramadas que sobre las avenidas
Resguardan la ciudad. Entra por la noche a la pubertad de su estación,
Como una novia a las traviesas manos del deseo. Es la lluvia acribillando
Calores infinitos, arrebatándole al verano afiebradas atmósferas de sudor
Tras la informe acústica de su insolente materia desobando fortachones
Aguaceros disueltos en la húmeda, rastrera y retumbante tierra de este
Patio del mundo reconocido ahora como Primavera, Managua o Jardín de
Cara a los inciertos horizontes del silencio. con sus brotadas agujas
Descharchadas en el trance de la corriente río al Lago Xolotlán, mis
Sueños, seducidos por el olor a tierra mojada, desnudos ante los
Relampagueantes escenarios de la madrugada cubierta de densas nubes
Ocultas en las oscurana, amenazan develizarse en el retablo sonoro del
Invernal chapoteo del agua. Una lágrima entonces de alegría, salta desde
El ojo de mi alma al salón terminal de la ventana, resbalando íngrima y
Gloriosa en esta salutación de la naturaleza caída del cielo. Una lágrima
Arrastrada y perdida entre las gotas de sus campanas llamando en la
Sorda vastedad del olvido, en el elevado techo de la esperanza que nunca
Muere.