Rogarle a la mano: “Por favor no ser mi mano”.
¿Y si sucede?
Me tornaré irreal como los personajes
de mis versos.
-Me encantaré con ellos.
He practicado el ritual de los obedientes y nada.
He practicado el ritual de los iletrados y nada.
He practicado el error de los sin nada… y nadie.
Como esas provincias que nada esperan enarbolo
el alma.
Rogarle a los nervios: “Por favor, no habitar
jamás la mano”.