La hora del poeta

La guerra estaba necia en su denuedo
De sangrar al país. Yo en mi retiro
Sorbía sal de agónico suspiro,
Mientras corría sangre por el ruedo.

Así el testigo fui de tanto miedo
Sin esperanza casi, sin respiro.
Pero llegó la paz y en ese giro
Señaló el horizonte con el dedo.

Y entonces el poeta fue quien dijo:
-viva la rosa ardida en su secreto –
Que triunfa sobre el fuego avasallante.

La rosa de la paz, de la que es hijo
Este poema en forma de soneto
Que celebra la autora de ese instante.


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Poema La hora del poeta - Rolando Elías