grité el nombre de mi madre y me acusaron
me subía mi amor por los orificios y tres viejas
sospecharon de mis intenciones
aullé bajo la luna y nadie sabía
que nunca levantaría la mano delante de la hoguera
grité llamando a mi hermano
y me pusieron grilletes en la memoria
tenía un padre que no usaba corbatas
porque perdía lentamente el cuello
telefoneé a mi hijo y oyeron la llamada
sólo le iba a avisar que el gato molestaba
un pobre gato negro con poca sombra
un gato parecido a un amigo de provincias
pero alguien tenía una mano en la planilla
donde se me acusaba de gritar
y alzar los brazos miércoles alternos
desde entonces no llamé a nadie tras el hombro
mi madre quedó muerta de incomunicación otra vez
el hijo viene y susurra
una insatisfecha trae mi esófago sobre un cojín
para tratar de colocarlo en su sitio
y nadie sabe que el grito perdura
dentro de cada diente en los dedos
pero nadie sabe que un alarido
es también el amanecer.
(DE EL LIBRO INÉDITO : SI YO ME LLAMASE RAIMUNDO)
Poema proporcionado por el autor