Hotel rafaello

Ha bastado un lienzo de luz, el vaivén

De la mañana, y pronto he vuelto

A acostumbrarme a este cuarto de hotel,

Los muebles carcomidos, el lecho

Alborotado. Acaso tal vez

La claridad añada un brillo diverso

A la pátina sucia del polvo que

Simula en las cosas la mano

De la muerte. Entre una leve nitidez

Duermes todavía. Pesa el silencio,

El sudor tibio, la extraña morbidez

De tu rostro. Hay un raro sosiego

En la penumbra, voluntad de no ser

Sino aquello que guardan los sueños,

Voces, formas, mundos sin porqué.

Desde el fondo quebrado del espejo

Se fingía la presencia del envés

De quienes, ya sabiéndose sin tiempo,

Danzaban con los muslos prisioneros

La duda, la quimera d’un jour de fête.

En el aire perdura el reflejo

Que grabara la noche en la pared.

¿Ha amanecido ya?, dijiste al verlo,

Tu voz toda viola y rabel.

Yo miraba, miraba lejos, lejos,

Bogando como un cisne de papel

Las aguas inciertas del recuerdo,

Los aljibes urgentes de tu piel.

La vida.


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Poema Hotel rafaello - Juan Ramón Mansilla