Extenuados,
Como corredores de fondo,
Esperamos las horas del crepúsculo.
Un desenfreno de alas
De polillas se inmolan sobre el vapor
De las farolas de mercurio.
Es la hora de la puesta a punto de los relojes
De la noche, la señal
Para olvidar, izar velas, partir
Al otro lado de nosotros.
Con la amanecida, el retorno. Tanta
Ceniza en los ojos, tanta desventura
De abrazos perdidos.
A partir de entonces consumimos
Estériles verdades
Hasta la hora de ajustar
de nuevo los relojes.