¿Es ángel?
¿O es una espada larga que se clava
Contra los cielos, mientras fuljo sangres
y acabo en luz, en titilante estrella?
Vicente Aleixandre
Estela de luz sobre los charcos.
Qué inconmensurable calma. Un dedo surcando las aguas de la noche.
Ese ángel está mirándote desde la otra orilla
Y conspira pero no te dirá su nombre
(tú tampoco)
Es un secreto maravilloso.
Bíblica evocación del ademán adverso. Las amatorias formas
Sorprendidas a través de la ventana.
(Las ventanas traicionan a los amantes).
Todavía el ángel es un rostro en la neblina. Se te acerca.
Toma por el tallo la luna. Y sonríes.
No puedes creerlo: Está lloviendo desde los altos sitios de la noche.
Su viril abandono te adentra al pórtico umbrío
Celosamente resguardado por rejas que sin explicación ceden.
(Se abren las puertas del
cielo e inauguran
las primeras rutas del deseo).
El ángel todavía no ha dicho su nombre. Y tú piensas que la rosa
Con otro seguiría oliendo igual. Y se torna luna la luna
noche la noche
anónimo el cuerpo y la rosa itinerante.
La rosa
que has de entregar
no el miedo
ni la repetida negativa
sino la mano adentrándose
como lirio
Al aire al sol a la luna dándote en la cara.
Pero el reflector de un auto los sorprende.
Clava puñales de luz en las espaldas.
Detrás de los cristales comienzan a despertarse los vecinos.
Una sombra cruza la sala vacía.
Desplaza miradas como moluscos sobre la forma alargándose
De tu vientre a la mano del ángel que no dice nada.
Nunca dijo nada (tú tampoco). Atravesado como lo tienes
En la garganta llegas a casa.
Y temblando
con una pequeña luz
entre las manos
Corres a guardar bajo la almohada
Las estrellas que recogí en los charcos.