En cada piedra yace una pregunta que nadie responde, malograda,
Envuelta en glándulas rígidas, aplastada de horizontalidad.
Las preguntas, lo mismo que los cuerpos, son conciencia,
Límite, frontera, idioma insólito, mudo por tanto.
Los sepulcros son sólo envoltura, centinelas, alcanfor aterido de la muerte.
Ellas, nada más que ellas, son lo que existe.
Espacio vacío de espacio. Tiempo sin tiempo.
Se desconoce lo que callan, las historias que encierran,
Palabras incendiadas de asombro.
Es nuestra tarea tallar sus adivinaciones.
La idea del recuerdo ni siquiera permite que los recuerdos existan.
La memoria, como los cuerpos, tiene estas veleidades.
Nunca se afincó en la paleografía ni en la abulia calcárea de las estatuas.
Tempus fugit… Por eso los cuerpos, las preguntas, quedan borrados.
Lo que quiere permanecer demasiado jamás perdura.
Recordamos ignorando todo.