MANUSCRITO ENCONTRADO EN EL
MONTE PÚBICO DE ANGÉLICA
“No te lamentes ni rezongues, Angélica,
que en este diario heroísmo
de empuñar entre tus piernas
esta brava y testaruda espada mía
nada ha cambiado
desde aquel primer combate
en que dos pieles desanudaron, temblorosas, su traje
de barro detrás de una higuera:
yo soy tan sólo el paria suicida que acude gozoso a
(la agonía de su propio degollamiento
tú sigues siendo, aunque a veces herida, la más temible,
(inderrotada gladiadora del amor”
ANGÉLICA VERSUS POESÍA
Entre
escribir
apasionados Poemas de amor en verso libre
o
vivirlos contigo
en carne viva
he
decidido esto último angélica.
Jamás, óyeme bien, mi pasión por la libertad
del verso amoroso
podrá ser comparable
a tu beso amoroso que da libertad a mi pasión.
ANGÉLICA EXPLORADORA
En la búsqueda de un corazón
de cinco pétalos
no ha habido lecho lunar o terrestre, Angélica,
que nuestras pieles no hayan hollado.
Nocturnos y diurnos,
varón y hembra,
somos dos guerreros asidos a un mismo escudo amoroso:
en las fauces del tigre afilamos el fuego
en las dunas del alba derramamos espuma.
ANGÉLICA EN LA NOCHE DE LAS LUCIÉRNAGAS
¿Recuerdas Angélica la luciérnaga
que amorosa alumbró nuestros desnudos cuerpos aquella lejana noche?
Ágil, traviesa, ávida, la vimos trazar luminosos círculos concéntricos
en medio de la oscuridad del cuarto.
Después, con la timidez de un cervatillo sediento
bebió mi saliva posándose sobre tu seno aún recién lamido.
¿Comprendes Angélica la metáfora de su vuelo
ahora que la estación de las luciérnagas se ha ido
y que nuestro amor ya no volverá a brillar otra vez?