En los límites del polvo

Las tumbas pertenecen a ese pueblo

Llamado cementerio. A esa isla de barcas y naipes.

A ese solitario puerto donde desciende el aliento.

Siempre supuse, allí, llorar lirios de ámbar

Y velar los poros de los cadáveres. Imitar el vértigo;

Seguir los rastros del polvo levantados por la lluvia.

Me acostumbré a vivir junto a los pilares densos de la noche:

Contar las gotas del reloj como arena caída en la ventana;

Escribir sobre los pañuelos de las lechuzas,

Ver la luna protegida por la hojarasca de los sueños.

Así, pues, he vivido mi vida en la muerte diaria;

Sin embargo, sigo poseso por el ropaje de sobreviviente:

Sé que los muros del tiempo rompen los espejos; por eso regreso al polvo:

Vestigio de la noche esperando el rostro de la muerte.

Le conté a Dios mi obsesión por los ferrocarriles:

El hilo de los rieles marca litorales sobre mi geografía.

Frente a la muerte los alquimistas de la vida,

Descifran el calendario de las vacas flacas y gordas:

Nada ven, sino los funerales de las semanas

Y los desvelos del pájaro que exorciza el horizonte…


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Poema En los límites del polvo - André Cruchaga