Huyo de ti, porque eres poderosa,
Sierra, de helar al sol cuando te ofende
Y no de hacer la llama que me enciende
O más voraz, o menos rigurosa.
Huyo, porque entre nieves y entre rosa
Sobre tus faldas sus venenos tiende
Sierpe, si no se ve, que bien se entiende,
Sierpe a mi voz de oreja cautelosa.
Quizá el puerto tendrá de Guadarrama
O sierpes no, u orejas a mi ruego,
Quizá su nieve aplacará mi llama,
Y ya que no la aplaque en tanto fuego,
Pues llegaré difunto mar de fama,
Puerto será de mi mortal sosiego.
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