Ella soñó
hace mucho tiempo
este mismo sueño musical.
Ahora lo traigo a la memoria.
El camino estaba bordeado de estrellas,
los lirios pesaban en plena noche
y ella me sugería la silueta
de un ciprés estremecido.
Del túnel vimos salir a la luna
seguida de otras máquinas brillantes.
Su cuerpo plateado recordaba a las diosas
de la pantalla de la dulce tibieza de aquel verano.
El sigilo de las ruedas se mezclaba con el parpadeo
nocturno de los grillos, el viento enmascarado
y el ruiseñor dramatizado en la maleza.
Conozco muy bien este sueño:
las pausas forman parte de la canción
y un leve temblor recorre nuestros caminos.
Aún podemos escuchar allá, a lo lejos,
la celebración del canto
y risas, danzas…
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