Soñé, mucho después de morir
Y mucho antes de nacer,
Que era yo, mi verdadero yo,
Un paseante por la eterna vida
Del momento único, retenido presente
Por no sé qué mano universal,
Siempre actual presente, simultáneo
En tierra y raíz, tronco y hojas,
Y carnoso fruto, siempre en rama.
Y soñé, como sueñan los ángeles
Con la tierra prometida y anhelada,
Que todo era un paseo sensitivo, sin cuerpo,
Por una senda parda sobre naranjas,
Rojoscuras y doradas hojas,
En un crujir feliz, majestuoso,
Por el centro de una infinita cúpula,
Que el azul redondeaba en inmensa órbita.
Fue la vida que soñé despierto
En un limbo de almohadas verticales,
De posibilidades todas convertidas
En la cadencia del disfrute amplio,
De un sentir
Las no-piernas paseantes,
De un intuir
Que los aireados no-brazos eran alas,
De un saludar
Con la no-cabeza a cada cosa,
Todas y cada una contenidas
En este celestial, mas terrenal, paseo
Del todo conocerlo un solo instante,
Para después y como antes ser paseo
Del olvidarlo todo, en un olvido solo.