El mundo nuestro
se fue acumulando
en la ceniza
Presencia del humo
Memoria del cuerpo
Los gritos de los borrachos
y el mal avenido trío
se espantaban con el cacareo
del traspatio
ambiente sórdido para olvidar
los arañazos de las palabras
Las fichas sobre la mesa
inermes ante mis ojos
al mirar los tuyos abotagarse
de tanto silencio
Cuántas veces recorrí los caminos
apretados de tierra
para sacarte dormido
con sueños de caballo en relincho
Luego llorabas viejo
porque se te ablandaba el tiempo
y el corazón no se te encogía
Y dejó de existir
la secuencia de las semanas
El mes era levantar un pie
detrás de otro
para ver la costa de mar revuelto
o echar la vista
en trampa de dado
hacia la sierra
y morderme el vientre
creyendo que en algún momento
el vendaval me arrancaría
de ese camino y de esas piedras
Cuando encontraba la limpidez de tus manos
la tarde se mecía
Si me confiaba
hallaba un tanto de luz proveniente del mezcal
No sabía quién era más cobarde
si yo
por no beberme la vida de un trago
o tú
que la bebías minuto a segundo
Tal vez lo que me ató
fue el rumor del tiempo
el oleaje antiguo de sal
el estruendo
No lo sé
Miro mis manos
y da lo mismo
en el fondo del vaso
está mi rostro
No necesitas ningún otro lugar.